jueves, 24 de febrero de 2011

LOS PERROS DE REHALA

EL ALANO ESPAÑOL

Los alanos no toman por fambre ni por premia,

sino por naturaleza derecha que les dio Dios

et ardileza de corazón sobre todas las animalias”

Tratado de Montería . Alfonso XI

España ha sido cuna de gran número de castas caninas y es bien sabido que razas de prestigio universal deben mucho de su existencia a la sangre de los humildes perros hispanos.

Aunque aquí en nuestra querida piel de toro, hemos estado a punto de perder a una de las razas más emblemáticas. Y como siempre han sido los legisladores, aunque la culpa siempre nos la llevamos los cazadores. Pero el prohibir la ronda, la suerte de perros (en la tauromaquia) y el maltrato animal en el ganado de lidia,(el que quiera que sujete a un morlaco de 600 kg., para curarle en pleno campo) han estado a punto de terminar con nuestro querido Alano, pero gracias a unos cuantos enamorados de la raza (C. Contera, M. Jaren, J. Parra y un largo etc.) esta raza no ha llegado a su total desaparición. Y ahora somos los rehaleros, los que la estamos perpetuando y que sea para bien y para muchos años (si no hay nadie que se le ocurra alguna “brillante idea” y volvamos a las andadas).

En casa, después de buscar durante años un complemento a nuestros podencos, hemos probado con todo y sinceramente desde que conseguimos nuestros primeros alanos la cosa ha cambiado en nuestra rehala, la confianza que dan a los podencos le hace aumentar su valentía y además esa tranquilidad en la perrera y en el transporte hacen del alano un perro ideal de rehala, no es un perro peleón ni problemático, como puede ser el dogo, por ejemplo, y es por este motivo por el cual se merece un gran capítulo.

UN POCO DE HISTORIA

La utilización de los perros en los ejércitos, es algo tan antiguo, como esa simbiosis entre el hombre y el canido.

Durante mis estudios de Hª. del Arte, me encantaba contemplar esas representaciones babilónicas en las cuales aparecen perros de presa tipo Alano.

Ya que nos podemos imaginar que el perro de presa ha ido a lo largo de la historia el mejor adaptado para actuar como fuerza de choque en los ejércitos antes de la aparición de las armas de fuego.

En el siglo VII a. Xto, Aliates Rey de Lidia, era poseedor de un ejercito de perros, con el logró expulsar a los Cimerios y controló el avance de los medos. Por eso su hijo, Creso, mantuvo este ejército canino, aunque este apostó por los lebreles. Ciro, rey de Persia, contaba con grandes perros de presa que las crónicas llamaban Dogos. Hasta que un buen día en el campo de batalla se enfrentaron los lebreles de Creso y los dogoss de Ciro. El resultado es imaginable: Lidia pasó a formar parte de Persia. Por este motivo Cambises, hijo de Ciro, mantuvo ese ejército canino para lanzarse a la conquista de Egipto.

Espartanos, Hircanos y Magnesianos tenían grandes perros de presa que se arrojaban a los caballos de los enemigos mordiéndolos en el cuello y en el morro.

Roma también incorporó perros a sus legiones en el siglo II a. Xto y todo ellos fue motivado por la derrota que los Cimbrios infringieron al general Mario por medio de sus perros.

Los Hunos y sobre todo Atila fue el que más confió en los soldados caninos. Y en España el pueblo alano invadió la península acompañados por un ejército canino que pueden ser el tronco del actual alano.

Lo que si es cierto y además constatado en las crónicas de Fray Bartolomé de las Casas y López de Gomara, que el Alano hispánico participó en la Conquista de América y es extraordinaria la descripción que de los Alanos hacen los indígenas:

Sus perros son enormes, de orejas ondulantes y aplastadas, de grandes lenguas colgantes; tienen ojos que derraman fuego, están echando chispas; sus ojos son amarillos de color intensamente amarillos, sus panzas ahuecadas, alargados como angarillas acanaladas. Son muy fuertes y robustos, no están quietos, andan jadeando con la lengua colgando, manchados de color como tigres”

El alano y el caballo fueron piezas claves en la conquista. Destacan en las crónicas, dos alanos Leoncillo, perro de Vasco Núñez de Balboa y su padre Becerrillo, perro de Diego de Salazar. Algunos fragmentos de las crónicas de López de Gomara, nos relatan: “Repartió el oro entre sus compañeros, y después de apartada la quinta parte para el Rey, y como era mucho, alcanzó a todos, aún más de quinientos castellanos a Leoncillo perro hijo de Becerrillo el de Boriquén, que ganaba más que un arcabucero para su amo Balboa; pero bien lo merecía según peleaba con los indios “ …..

También tenían grandísimo miedo a un perro llamado Becerrillo, bocinegro, bermejo y medio; el cual peleaba contra los indios animosa y discretamente, conocía a los amigos, y no les hacía mal aunque le tocasen. Conocía cual era caribe y cual no, se traía al huido aunque estuviese en medio del real de los enemigos, o le despedazaba: En diciéndole “Ido es” o “Búscalo”. No paraba hasta traer por fuerza al indio que se iba. Acometían con él los nuestros de tan buena gana como si tuviesen tres de a caballo; murió Becerrillo de un flechazo que le dieron con hierbas envenenadas cuando nadaba tras un indio caribe”.

Sería interminable las anotaciones que sobre los alanos se hacen en la conquista de América, aunque también cabe reseñar la presencia de Alanos en la conquista de Flandes, pues los Tercios incluyeron batallones de alanos y estos fueron los culpables de la formación de razas como el Bouvier de Flandes.

EL ALANO, PERRO DE CAZA

En el año 1350, Alfonso XI “El Justiciero”, habla de las cualidades del perro alano y su utilización en la caza: “la manera que se debe tener en el concierto, conviene saber la forma que debe aver en el armar, y levantar y correr seguir y matar”.

En aquellos tiempos se cazaba de la siguiente forma:

Se rastreaba el monte y una vez localizados los encames de las reses se avisaba al castillo. La expedición de caza llegaba a la zona con perros, caballos y vasallos. Acto seguida se rodeaba la mancha, colocándose en los pasos de las reses los monteros den a caballo y con varios criados que portaban alanos y lebreles. Una vez cerrado el monte, se internaban en el los monteros de traílla que llevaban sabuesos atados hasta que localizaban las reses, para posteriormente soltar los sabuesos que acosaban las piezas hasta los paso donde estaban apostados los cazadores. Llegados a este punto se soltaban los alanos que apresaban a la res. (En esta época la caza más apreciada, porque daba más nombre al caballero, era la del oso)

Son innumerables las anotaciones que sobre el alano se hacen en el Libro de la Montería de Alfonso XI.

Argote de Molina, en su Discurso de la Montería, (siglo XVI) nos narra como don Juan Ponce de León, en plena sierra andaluza, remató en una porquera a un jabalí que había rajado a dos alanos de treinta y dos puñaladas.

En el año 1788 don Juan Manuel de Arellano en su libro titulado “El cazador instruido y el arte de cazar con escopeta y perros, a pié y a caballo”, nos describe con todo lujo de detalles en su capitulo tercero, un ojeo de caza mayor: “ … y si es Xavalí, se suelta al Alano, que este apresará, si muchos Xavalíes echar los perros que hayan y apresarán algunos. Los tiradores irán con toda vigilancia, y con el cuchillo de monte desgarronarlos y matarlos porque si son de fuerza si tiran a la espesura de los árboles, para reventar al alano y sacudirse su presa…..”

Como consecuencia del uso de las armas de fuego poco a poco el alano y los lebreles van pasando a un segundo plano, hasta su desaparición en la montería moderna, que al hacerse comercial, el montero quiere rentabilizar u dinero y que las reses les entren a tiro. Con la presencia de alanos en las rehalas esto no sería posible. Pero, a día de hoy, el alano ha vuelto a resurgir, pues la proliferación de cercones de jabalíes y en ocasiones el cruce de éstos con ibéricos, hacen necesaria la presencia del alano en la rehala como “salvador” de perros y perreros.

CONSIDERACIONES SOBRE EL ALANO

Resumiendo, el Alano no es un perro de vientos, no tiene que ser un perro puntero en las rehalas. No ha de ser un perro pesado. Tiene que ser un perro que generalmente caza cerca de su dueño, acudiendo a la “llamada”. Hay alanos que cuando saben de que van las monterías, cazan como cualquier podenco y eso no es bueno, ni propio de la raza. El alano se lleva para que agarre dentro de un campo normal de acción. De nada nos sirve al alano que cuando se produzca una ladra a un cochino que no quiere abandonar la plaza, éste esté a kilómetros de distancia. El alano caza en grupo y siempre ha sido así. El alano caza de oído, en la espesura del monte de poco sirve la vista y aunque a veces les veamos pararse a ventear, no es el sentido que más desarrollado tenga. El oído si es fundamental, ya que a través de él localizan las llamadas a parado de los podencos. Por eso es esencial el corte de orejas, aunque los profanos pongan el grito en el cielo y nos acusen de maltrato animal. Una oreja caída resta muchos decibelios de audición al perro y además dentro del “montarral” de nuestras sierras corren el riesgo de desgarros, que es mucho peor que un corte con anestesia y puntos de sutura.

Juanma Rodríguez

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